19.30 horas, Colegio Nuestra Señora de las Escuelas
Pías de Aluche.
Encontrarse con alguien que no has visto en tres décadas despierta
sensaciones cargadas de adrenalina, y cuando ese alguien son 18, una emoción extraña
recorre tu columna vertebral.
Bajo del coche, veo a cuatro personas, quizás sean
más, no puedo recordarlo con exactitud, la adrenalina está haciendo su trabajo…
Me acerco y siento como una sonrisa llena mi cara. A mi derecha Paco G., a la izquierda Emilio M., a su lado José Luis de I. y al fondo Paco C. Es increíble, están igual que
hace 30 años. Paco G. alto y guapo como siempre; José Luis I. idéntico a mis
recueros, ni siquiera se le aprecia una cana, ojos chispeantes y cara de
buenísima persona; Emilio M. pone cara de “no me vas a reconocer”, pues sí te
reconocí y a la primera; y Paco C. qué decir, una grandísima ilusión al verle.
Tras nosotros, Iñaki
P. divertido, simpático e inteligente, tal y como le recordaba. Javi C. a ti te había visto hace menos
tiempo, pero sigues igual, con tu mismo remolino de chico malo y tu locuacidad
imparable. Luis C., sonrisa de pícaro
y más alto y fuerte de lo que le recordaba la verdad. Mari Ángeles S. tímida, seria y templada, que suerte.
A continuación una gratísima sorpresa. Un cura escolapio
nos recibe en la puerta del colegio, nos van a permitir visitar sus
instalaciones. Es como si en un minuto hubiera retrocedido en el tiempo, mi
mente me lleva a aquellos tiempos en los que jugábamos al rescate en el patio, nos
sentaban en orden alfabético, nos hacían el reconocimiento médico en el
gimnasio y sacábamos de quicio al más pintado. A nuestra cabeza vienen, “el
Chivo” (gran profesor del que ninguno de nosotros se ha olvidado), “el
descapotable” y “el Orejas” (que maldad la de los adolescentes), D. Julián
nuestro tutor, Candelas profesora de inglés (querida y lo contrario a partes
iguales), Begoña de matemáticas, Antonio, Ángel, el Padre Poli, Marisol, Mª
José excelente profesora que tuve en primero y segundo de EGB, y un largo
etcétera.
Durante aproximadamente una hora las anécdotas surgen
sin parar. Mientras las aulas ya no nos reconocen, ellas pequeñas como sacadas
de Liliput, nosotros hombres y mujeres pertenecientes a la gran generación del
68, de 1968. Dejamos el Colegio y nos dirigimos al restaurante donde hemos
quedado, en segunda convocatoria, para cenar.
Poco a poco van llegando el resto. Susana R. y Yolanda J. El tiempo parece no haberlas afectado, siempre juntas
entonces y hoy también juntas, jugaban al baloncesto que era la envidia de
propios y extraños. Juan Fco. C.
hubiera dicho que le había visto ayer, reconocible al instante. Roberto S. sonriente, cara de malote y
muy cariñoso. Pilar Sáez, de Aluche,
Aluche, genial. Maxi. R, tu sí has
cambiado, eres mucho más divertido y menos tímido. Susana A. cambiada físicamente, muy delgada me pareció, pero los
mismos ojos chispeantes de ayer. Armando
A. no te recordaba tan dicharachero. Felipe
F. genio y figura, todo un carácter. Y Juana
P. de quién decís que hace 30 años “arañaba, pegaba y miraba con cara de
pocos amigos”, aunque yo creo que simplemente era tímida. Por si queda alguna
duda, ya no pega ni araña, ja,ja,ja…
Una cena entrañable, única e irrepetible.
Doy las gracias especialmente a los promotores y
organizadores, que hasta donde sé fueron Paco G, gracias al que se pudo
elaborar una lista con todos nuestros nombres y dos apellidos, José Luis I. y
Paco C. a quién le agradezco muy especialmente que se tomara la molestia de
buscarme, que me encontrara y me mandase una carta postal para invitarme a
participar en la celebración de nuestro 30 aniversario. Gracias Paco C. no
sabes qué ilusión.
Quiero dedicar un recuerdo especial a los que ya no
están con nosotros, a los que no pudieron estar por circunstancias, y también a
los que no quisieron estar, por que ellos también forman parte de nuestra historia.
Para finalizar, un deseo, bueno dos. El primero,
que mi hija que ahora tiene 4 años tenga la suerte de que sus compañeros,
después de 30 años, quieran contar con ella para celebrar ese aniversario. Y el
segundo, que esta no sea la última vez que nos encontremos.
Y permitidme que estas palabras se las dedique In Memoriam a D. Julián, nuestro Tutor,
del que creo que todos guardamos un gratísimo recuerdo.
Hasta Pronto.
Pd. No hubiera querido incomodar a ninguno con estas palabras, si hubiera sido así, mis disculpas por adelantado.