Señores del Partido Popular, han pasado ocho años y todavía no han entendido, y muy probablemente nunca entenderán, que el 11 de marzo es algo más que esa fecha en la que quedaron en evidencia todas sus miserias y sus políticas fuera de lugar.
El 11 de marzo es, para algunos, una fecha de introspección, una fecha en la que tememos ver la televisión esperando que vuelvan a emitir esas fatídicas imágenes que algunos nunca hubiéramos querido ver y mucho menos vivir.
No busquen teorías de la conspiración, sean responsables y admitan sus errores, aunque eso es realmente improbable. La historia española nos ha enseñado que determinados sectores de la población y la política jamás admiten sus errores.
Dejen que cada uno vivamos como podamos cada 11 de marzo, no manipulen, no politicen, no demonicen... déjennos vivir.
Y sí, para el que tenga dudas, sí yo estaba en uno de esos trenes.