jueves, 22 de diciembre de 2011

Me ha tocado la lotería

Artículo firmado por Gema Theus, Psicóloga, escritora y "humana"

¡Con Pablo, me ha tocado la lotería, no sabes la suerte que he tenido!

Eso fue lo que Antonio me dijo esta mañana mientras yo le miraba fijamente intentando comprender bien su mensaje. Normalmente, decimos que nos ha tocado la lotería cuando nos toca esta, o nos conceden un piso o tenemos un hijo que es el número uno en algo, o cuando la nuera o la suegra son excelentes…

Mi amigo Antonio piensa que le ha tocado la lotería. Antonio tiene unos veinte años más que yo pero parece mayor; la vida le puso dificultades para poder usar crema y perfume todos los días. A pesar de todo tiene una cara muy entrañable que produce paz.

Hoy hemos compartido tiempo juntos; hemos ido al banco y hemos visto juntos que todo estaba correcto y que el “Sistema”, aunque él no saliera desde marzo del albergue para comprobar el saldo de su cuenta y los movimientos, no le ha quitado ni un euro; nos hemos puesto muy contentos, todo estaba correcto.


Tan contentos estábamos, que Antonio me ha propuesto ir desayunar para celebrarlo y aunque los dos ya habíamos desayunado previamente, lo hemos vuelto a hacer, juntos y lo mismo, café y tostadas de pan de molde, a mi porque me gusta, él porque sin dientes tiene difícil comer pan de barra tostado.

Antonio ha insistido cuatro veces en invitarme y lo ha hecho; por la alegría de celebrar con alguien que todo estaba bien, por compartir tiempo y sonrisas y porque gracias a la renta mínima de inserción puede ser también un cliente. El camarero le ha dado las gracias y le ha sonreído. Antonio estaba contento; éramos dos clientes más el bar, como todos.

Hemos estado hablando de lo que nos apetecía, del banco, del tiempo y de la vida, que a unos nos lleva a tener suerte y aprovecharla para aprender y conocer y a otros les lleva a también a aprender y conocer pero no con la misma suerte y les toca aprovechar para aprender cosas difíciles como lo que se siente cuando tienes tuberculosis, alcoholismo, cirrosis, cuando te divorcias, lo que es la soledad...

Pero al final de la mañana, aquí estamos, Antonio y yo, juntos y contentos.

Decide Antonio ir al estanco para comprarle a Pablo un paquete de tabaco, porque Pablo es muy bueno con él y le ayuda en el albergue. Le ayuda en el día a día y en el dormitorio, y en el ropero y, ¡si no fuera por Pablo!…

Desde marzo no salía Antonio a ver la calle y le ha parecido que ha cambiado mucho y es que en Madrid todo cambia rápido, me dice Antonio mientras caminamos despacio.

Volvemos para casa. Él a su Albergue y yo a mi casa y nos despedimos con dos besos, porque somos iguales y en España la gente se despide con dos besos.

Me dice Antonio que vuelva la semana que viene, que me espera, como hoy me estaba esperando, sentado en una silla en la sala con el abrigo puesto y la mochila bien agarrada, con sus papeles del banco bien ordenados.

Antonio me da las gracias y dice que lo hemos pasado bien y es cierto y mutuo.

Antonio está orgulloso de sí mismo. Me confía que en el albergue está bien, que no volverá a la calle, que hace ya varios años que no bebe.

¡Agua pasada no mueve molinos!, me comenta. Del pasado mejor no acordarse y además ahora también tiene a Pablo. Antonio da gracias a Dios todos los días por su compañero de habitación Pablo.¡Porque con Pablo me ha tocado la lotería!

Mientras voy a por mi coche, pienso en lo importante que es sentirte querido e importante para alguien y que si miramos bien, como hace ahora Antonio, la lotería toca todos los días, a mí también me ha tocado hoy por el tiempo compartido.

Gracias Antonio.



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